Mis hijos y yo acabamos de pasar allí unos días y ha resultado una experiencia inigualable. La belleza de las dunas de Erg Chegaga nada más levantarte cada mañana, es conmovedora.
El trato del personal es, en todo momento, exquisito. Desde la persona que te prepara el desayuno, Ahmed, a Brahim, alma máter del lugar, todos hacen todo lo posible para que te sientas cómodo, que lo pases bien y que aprendas. Porque un viaje como este es mucho más que turismo: es una enseñanza de vida.
Solo un pero: el tiempo pasado allí se queda corto.
m6qo13